La Villa de Llanes

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Descripción

Llanes es una preciosa población marítima, cabecera de parroquia y concejo de igual nombre, en el oriente asturiano, cuya capitalidad turística reclama. Enclavada en la zona central costera del municipio, la parroquia de Santa María de Llanes, de 12,04 kilómetros cuadrados de extensión y 4.300 habitantes, abarca cinco núcleos: la casería de Pancar, los lugares de La Galguera, La Portilla (La Portiella) y Soberrón, así como la villa de Llanes, capital municipal, de 3.821 habitantes, envidiablemente acomodada al borde del mar, sobre un lugar llano, a una altitud de 11 metros y a 111 km de Oviedo, capital de la Comunidad Autónoma de Asturias. El propio núcleo urbano, surcado por el río Carrocéu, acoge calas como las de El Sablón, Puertu Chicu o Toró y ofrece al visitante, desde el paseo de San Pedro, a orillas del Cantábrico, la mejor panorámica en altura de una localidad con un paisaje tan fascinante. El topónimo Llanes hace referencia a su raso asentamiento, pues deriva de «Planes», que es alteración del vocablo latino planus.

Puerta turística de Asturias por el oriente, cobijo de un interesante patrimonio natural y artístico, encabeza un municipio declarado de Excelencia Turística, un territorio de cine en permanente idilio con las cámaras, el gran escenario cinematográfico de la región.

HISTORIA

El repaso a su historia comienza en el siglo XIII. Oficialmente, el origen de Llanes, el núcleo más poblado del este del Principado, está en torno a 1228, fecha, al parecer, en que el leonés Alfonso IX otorgó una carta puebla o carta de población a la populatione de Llanes, aunque ésta figuraba ya en un documento de 1225. Con ese fuero dicho monarca concedía a sus moradores las «tierras circundantes por su alfoz, término, tierra o concejo, ámbito municipal que configura con Llanes, una entidad jurídico-administrativa y económica unitaria» (Víctor Rguez. Villar). Espacialmente, el alfoz de Llanes, de 260 kilómetros cuadrados aproximadamente, coincidía con el antiguo territorio de Aguilar y se corresponde con el actual concejo. Hacia 1270, obtuvo del monarca Alfonso X el Fuero de Benavente y con él un incremento de derechos; el rey Alfonso XI lo ratificó en 1333 y de nuevo lo confirmaron los Reyes Católicos en 1481, conservándose este último en el Archivo Municipal. La puebla o población se fundó ex novo, en un lugar no habitado previamente, del que recibió el nombre, en vez de adoptar el del territorio, Aguilar. Se constituyó con gentes procedentes del entorno rural; sin embargo, su situación costera pronto le permitió abrirse a los foráneos. La nueva entidad de población, que en los siglos XIII y XIV tenía entre 1.000 y 1.500 habitantes, desplazó en 1237 al castillo de Soberrón como centro administrativo y militar del concejo o alfoz a ella agregado, el antiguo territorio de Aguilar. El fuero posibilitó una estructura administrativa concejil formada por varias instituciones: la asamblea vecinal, máxima representación del concejo y pilar fundamental de su gobierno y administración, que actuaba en régimen abierto, con reuniones extramuros y ante la Puerta de la Villa; los magistrados —dos jueces y dos alcaldes—, para impartir la justicia ordinaria conforme al fuero; un cuerpo de jurados o fieles con funciones de asistencia a los magistrados, y un buen número de oficiales o funcionarios concejiles subalternos.

El casco urbano, cuya parte antigua tiene el reconocimiento de Conjunto Histórico-Artístico, aún se mantiene bastante leal a su primitivo diseño en cuadrícula, con una calle principal, la calle Mayor, una segunda longitudinal, paralela a la primera, otra transversal cortando a ambas, más un nutrido grupo de vías transversales y longitudinales. La muralla cuadrangular que cerraba el recinto urbano tenía unos 800 m de perímetro; se empezó a construir en el último tercio del siglo XIII y no se concluyó hasta el XV, conservándose casi completa hasta el s. XIX. De la cerca, expresión de la función defensiva y de la condición urbana de la puebla frente al medio rural circundante, todavía quedan los paños septentrionales y un torreón circular de tres plantas, aún en pie, que se erigió a los pies de una de las cuatro puertas principales de ingreso, la del Castillo; las otras tres restantes eran la de la Villa, la del Llegar y la de San Nicolás.

Enseguida la villa se convirtió en importante núcleo económico debido a la importancia alcanzada por su actividad pesquera y comercial. Celebraba los jueves un mercado público semanal, fuera de la muralla y ante la Puerta de la Villa, y dos ferias anuales, la del día de San Juan en junio y la de San Miguel en septiembre. Los marineros, pescadores, armadores y comerciantes, en definitiva toda la gente de la mar, se integraron en la Cofradía de Mareantes local, con sede en la capilla de San Nicolás, que seguía sus propias ordenanzas, ratificadas por los Reyes Católicos en 1480 a petición de los cofrades. Fuera de la muralla, surgieron los barrios pescadores de Las Barqueras, La Moría, Santa Ana y los de El Cuetu y San Antón. El puerto de Llanes comerciaba con los de Andalucía, Francia, Inglaterra, Irlanda o Flandes, a los que exportaba pescado salado o seco, salazones de carne, fruta, manteca, madera o artículos de artesanía, y de los que traía vino, telas, granos y mercancías suntuosas. Un producto fundamental para su industria de salazones de pescado era la sal, de la que el puerto llanisco fue importador, llegando a tener su propio alfolí o almacén de sal por concesión de Alfonso XI en 1338, privilegio suprimido en 1493 por los Reyes Católicos en decisión irrevocable.

Vinculada a su actividad económica estaba la ruta jacobea de la costa que conducía a Santiago, de la que la puebla de Llanes era una reconocida etapa, de ahí que se creara en 1330 el hospital de peregrinos de San Roque. El Camino atravesaba el concejo llanisco de este a oeste.

Dentro del espacio interior amurallado, la villa pronto contó con una iglesia en un excelente emplazamiento, la basílica menor de Santa María del Conceyu, construcción gótica de los siglos XIV y XV, declarada Bien de Interés Cultural.

Los siglos XIX y XV fueron periodos de intensa brega por preservar la autonomía de un concejo que recuperó definitivamente su fuero por confirmación de los Reyes Católicos en 1481. Además, la villa padeció dos grandes incendios a finales del siglo XV y comienzos del XVI, el primero en 1480 y en 1509 el segundo, del que todavía quedaban graves secuelas cuando el 26 de septiembre de 1517, fecha convencional del comienzo de la Edad Moderna en Llanes, Carlos I la visitó brevemente tras su llegada a España después de desembarcar en Tazones (Villaviciosa) y antes de continuar viaje por el litoral oriental asturiano para alcanzar Cantabria y, por fin, Castilla. Según Laurent Vital, cronista del monarca, en aquella fecha aún faltaba por reedificar la mitad de las casas. Pese a todo, pudieron salvarse algunas edificaciones tan importantes como la casa de Rivero, del s. XV; sita en la plaza de Santa Ana y declarada Bien de Interés Cultural, es una de las pocas muestras del gótico civil en Asturias. Sin embargo, la mayoría de las viviendas de los barrios de pescadores se realizaron en los siglos XVI, XVII y XVIII, mientras los palacios en su mayor parte son del XVII, como la renacentista Casa del Cercáu o palacio de los Posada, Bien de Interés Cultural, que se inicia en el año 1597, aunque no se completa hasta las centurias del XVII y XVIII; el palacio de los Valdés-Posada o de Posada Herrera, actual sede de la Casa Municipal de Cultura, erigido a finales del XVII, frente a la iglesia; el de los Duques de Estrada o del Conde de la Vega del Sella, cercano al anterior, fechado como él en el s. XVII y ahora en restauración. Por su parte, la casona de los Mier, en la plaza de la iglesia, es obra de comienzos del XVIII.

Llega la Edad Moderna y con ella arriba a la villa una congregación de Agustinas Recoletas en el año 1662, alojándose provisionalmente en El Cercáu a la espera de que se terminaran las obras de construcción de su convento.

La actividad pesquera y comercial de Llanes experimenta un importante auge en esta etapa histórica. En el XVI y XVII Llanes era uno de los principales puertos del norte de España, codeándose con Lekeitio, Ondárroa o Pasajes. De la prosperidad de la villa en la segunda mitad del siglo XVI dan fe las numerosas licencias de importación. Se tienen noticias fechadas en 1523 y 1528 de la presencia de embarcaciones llaniscas echando sus redes al mar de Irlanda en busca de bacalao; allí fueron hostigados por navíos franceses y apresados algunos de ellos. También consta su estancia en Terranova. Durante ese siglo, los armadores de Llanes salían a pescar ballenas al Cantábrico junto con los vizcaínos, entregando un ala de cada cetáceo capturado a la Iglesia como diezmo y secular costumbre. La pesca de las ballenas, a las que se descuartizaba y se extraía la grasa en la casa de su mismo nombre, continuó hasta mediados del XVII; a partir de entonces se abandonó, dada su escasez en el Cantábrico. Asimismo, del mar se conseguían congrios, besugo, merluza, bonito o sardinas, dando ocupación a las mujeres en la industria de los salazones, que eran llevados por arrieros a Castilla, donde gozaban de gran estima, y al resto de las tierras asturianas. Las antiguas ordenanzas del enormemente prestigioso Gremio de Mareantes, histórica cofradía de fundación anterior al siglo XI que cada año celebraba junta general los días de Santa Ana y San Nicolás para la elección de distintos cargos, se reformaron en los años 1492, 1574 y 1608. En el siglo XVIII el puerto tenía establecidas relaciones comerciales con lugares de todo el litoral atlántico (Galicia, País Vasco, Francia, Bretaña y Andalucía), de donde se traían vinos, aceite, paños y loza, y a los que se llevaban madera, avellanas, castañas, naranjas, limones, nueces, etc. No obstante, en ese siglo se asiste a un lento declive económico de la villa a resultas de la escasa actividad comercial y pesquera del puerto llanisco, que a fines de dicha centuria se tornó prácticamente impracticable. Se pidió con insistencia su mejora, haciendo especial hincapié en la barra y en el arreglo de los muelles, cuyo estado era lamentable, o la construcción de unos nuevos. A la pésima situación portuaria contribuyó la colmatación de los fondos de la ría y de la barra. Pero a la crisis colaboraron igualmente otros factores, como el pago de impuestos por desarrollar tal actividad y el reclutamiento de marinos para la Real Armada.

A lo largo del periodo moderno, el puerto de Llanes hubo de defenderse del tozudo ataque de corsarios y piratas franceses, ingleses y holandeses. A tal fin el rey Felipe II decidió enviar, en 1574, cañones y municiones; mientras en 1596 se reforzó su fuerte, la llamada casa del Rey, erigida entre el espigón del puerto y la playa de Sablón, que consiguió hacer frente con éxito a ese hostigamiento sufrido en 1597, 1622, 1635, 1639, 1683 o 1726, apresándose algunos barcos hostiles, como un bergantín inglés, cargado de bacalao, en 1739.

En junio de 1701 se produce la última ratificación del fuero del concejo, otorgada por el rey Felipe V en agradecimiento a la lealtad a la causa borbónica mostrada por aquél. La villa continúa con sus competencias en materia de cargos municipales, eligiendo, entre otros, dos jueces-alcaldes, dos regidores, un procurador general y un depositario general.

Apenas iniciado el siglo XIX, tiene lugar la guerra de la Independencia. Una avanzadilla francesa proveniente de Unquera (Cantabria) entra en la villa el 24 de noviembre de 1808, ocasionando la huida de muchos de sus habitantes; mientras esto ocurría, la oficialidad era agasajada por el Ayuntamiento con un banquete en el palacio de Posada. Pronto comenzaron los enfrentamientos entre franceses y llaniscos mandados por Blas de Posada. El palacio de los Duques de Estrada fue habilitado como hospital, adonde fueron llevados los soldados de la división del general Ballesteros, que extendieron por la villa una epidemia pestífera desencadenante de una gran mortandad. Las irrupciones y los expolios prosiguen en el año 1809, en cuyo transcurso se produce la quema del Archivo Municipal. Tras la rotura de la línea defensiva asturiana del río Purón, la capital municipal vuelve a ser tomada por los franceses el 25 de enero de 1810, estableciéndose un destacamento francés en el convento de las Agustinas, que fue fortificado. Las tropas napoleónicas, acosadas por partidas de guerrilleros, entre los que destacó José Balmori, de Posada, y Zapatinos, campesino de Nueva, no dejaron Llanes hasta mediados de junio de 1811. Durante las guerras carlistas varias partidas tomaron la villa. En las postrimerías del siglo XIX se materializaron numerosas obras públicas, algunas tan significativas como el paseo de San Antón y el de San Pedro, proyectado en 1847; el nuevo matadero, el Hospital Municipal, el mercado cubierto, la minicentral eléctrica en 1895 y la traída de aguas de 1899. Por entonces dieron comienzo las obras del nuevo puerto, que, debido a diversos contratiempos, prosiguieron durante todo el siglo XX hasta su inauguración en abril de 1996, luego de haberse redactado a finales de los últimos ochenta el definitivo proyecto de construcción de la nueva instalación portuaria, heredera de una tradición pesquera secular, utilizada, además, por pescadores de otras localidades; en el caso de Niembro, porque es más seguro y les proporciona mejores prestaciones que el suyo, necesitado de un dragado y con una entrada muy peligrosa. Una mejora considerable en las comunicaciones se produjo al acabarse la carretera entre Oviedo y Torrelavega e inaugurarse en 1905 el ferrocarril entre Oviedo y Santander, uniéndose en Llanes las líneas férreas de Económicos y del Cantábrico.

La villa no fue ajena a las inquietudes culturales asturianas de comienzos del s. XX. Ya a finales del XIX habían salido a la calle varios periódicos: El Hijo de Llanes, El Correo de Llanes, La Ley de Dios o El Porvenir de Llanes; el actual decano de la prensa asturiana, El Oriente de Asturias, lo hizo por vez primera el 21 de marzo de 1868 y continúa editándose semanalmente, con la particularidad de enviar una parte de su tirada al continente americano, sobre todo a México, donde hay una relevante comunidad de llaniscos que mantiene estrechos vínculos con la tierra madre. A semejanza de las conferencias propiciadas por la Extensión Universitaria, en Llanes la sociedad obrera El Porvenir coordinó unas en el curso 1907-1908.

El parcial derribo de la muralla y la conclusión de la carretera a Oviedo marcan la expansión de la villa de Llanes.

Entre los acontecimientos políticos del siglo XX sobresalen el triunfo electoral de la Coalición de Derechas durante la II República; la Guerra Civil, cuyo alzamiento del 18 de julio de 1936 no prosperó en la villa, por lo que la capital municipal no fue ocupada por los nacionales hasta el 5 de septiembre de 1937, y, ante todo, la ansiada llegada de la democracia en 1975.

Cabecera de un concejo de tradición ganadera y espectacular auge del turismo, Llanes, hoy una villa económicamente dependiente del sector terciario o de servicios, aunque la actividad marinera se mantenga, ofrece una «carta» turística de alta calidad, con buenos hoteles y alojamientos rurales, excelente programación cultural, deportiva y festiva, además de un riquísimo patrimonio natural, monumental, etnográfico, folclórico y gastronómico.

Un paseo por Llanes, considerada la capital turística de Asturias, permite solazarse con un casco urbano en el que se suceden manifestaciones arquitectónicas de la importancia de la muralla y su torre del Castillo; el templo parroquial de Santa María del Conceyu; la antigua casa de Posada Herrera, hoy Casa Municipal de Cultura, ubicada junto a la iglesia; el palacio del Duque de Estrada; la casona del Cercáu; la casona de Noriega, la capilla de Santa Ana y el palacio de Gastañaga, en la plaza de Santa Ana; el edificio del Ayuntamiento; el Casino; el antiguo convento de Monjas Agustinas Recoletas, ahora hotel; los edificios del XV al XIX de la calle Mayor; la casa de las Sirenas, como ejemplo de las viejas casas del barrio de las Barqueras; el barrio de El Cuetu; o los palacetes de indianos propios de fines del XIX y comienzos del XX acomodados en las afueras, como Villa Concepción, el palacio de la Marquesa de Argüelles y Villa Parres.

UN PASEO POR LA VILLA

Comenzamos la visita a la villa de Llanes atravesando el parque de Posada Herrera. Está hecho sobre un terreno que, en su día, fue un descampado, La Campera. En él está el parque infantil rodeado de parterres con especies arbustivas y flores de todo tipo, un estanque, en el que los nenúfares y plantas acuáticas aprovechan para crecer, y la estatua de José Posada Herrera (Llanes, 1814-1885), personaje de honda tradición en Llanes (ver el apartado «Historia»). Llanes, por iniciativa del Ayuntamiento y para perpetuar su memoria, le levantó una estatua en bronce que fue descubierta en 1893, habiendo sido realizada por Gragera. Fue repuesta en 1963, esta vez obra del escultor llanisco Emilio Sobrino Mier.

Siguiendo el recorrido, hacia el este encontramos el Colegio de la Encarnación, actualmente hotel, edificio que fue convento de las Agustinas Recoletas en 1662. Durante más de dos siglos fue habitado por estas monjas, sostenidas con los recursos que cada una aportaba, vía dote, y con las limosnas del vecindario. En 1809 se vieron obligadas a abandonar este convento al ser ocupado por los franceses durante la Guerra de la Independencia y haberlo convertido en cuartel. Posteriormente fue colegio de primera y segunda enseñanza de niños, transformando una parte de sus huertas en paseo y jardines. La portada presenta, con claridad, las premisas barrocas efectivas ya a fines del siglo XVII. Los elementos arquitectónicos son empleados en su doble función tectónica y ornamental. En la zona baja, la portada está flanqueada por columnas sobre plintos cajeados y ornamentados. El friso cuenta con los clásicos triglifos y rosáceas; el orden es, por tanto, el preceptivo toscano. Sobre este friso aparece una fuerte cornisa que separa y al tiempo le une con la zona alta, en la que se sucede el esquema de portada. El sillar utilizado en la portada es perfecto en calidad y tallado.

Caminamos hacia el norte por la avenida de San Pedro, dejando al lado izquierdo la Fundación Faustino Sobrino (residencia de ancianos), y a nuestra derecha, el Centro de Salud.

Se han recorrido 576 metros.

Nos dirigimos al paseo de San Pedro, y tras subir unas descansadas escaleras de piedra, es preciso asomarse al más bello mirador que existe sobre el mar Cantábrico. Este paseo, de césped en su totalidad, mide 720 metros y data de 1847, siendo alcalde Francisco Posada Porrero, como podemos leer en la placa que allí se encuentra. Al oeste observamos la costa de Poo, Celorio, etc. Por esta zona, concretamente en la costa de Celorio, se encuentran varias rocas que, en condiciones específicas de luz y mareas, asemejan la cara de Cristo. El nuevo ensanche del paseo hacia el lado oeste fue inaugurado en 1994; en el momento presente se está ampliando una vez más en esa dirección; dispone de un sistema de riego por aspersión que permite que el césped que lo recorre permanezca en perfecto estado durante todo el año, sin que su proximidad a la mar y el efecto dañino del salitre lo perjudique. La vegetación se basa en tamarindos y otras plantas arbustivas, destacando en algunas zonas plantas tropicales como los Magueis. Al fondo podemos ver el puerto y el campo de golf municipal, situado entre las cuestas de Cue y de Andrín, y donde hasta el año 1963 se encontraba el Campo de Aviación.

Podemos observar el recinto amurallado, cercado defensivo de Llanes, que se comenzó a construir como consecuencia de la Carta Puebla otorgada por Alfonso IX a la villa, en el primer tercio del siglo XIII. Hay que destacar el Torreón (c/ Alfonso IX, tras el Ayuntamiento), Monumento Nacional desde 1876, de planta circular y de carácter defensivo-militar. Los muros son de mampostería caliza. Constaba en su origen de tres pisos interiores. Fue cárcel pública en el siglo XVII. Ha sido recientemente restaurada y habilitada como Oficina de Turismo, compuesta por cuatro plantas repartidas interiormente con una estructura de madera y cristal, que abre todo el año, pudiendo ser visitada libremente.

También puede verse la Basílica, el palacio de los Duques de Estrada, la Casa de Cultura y El Cercáu.

En el paseo, a mano izquierda y situado en un pequeño alto, existe un banco de piedra o canapé de estilo romántico, construido a base de perfectos sillares, que posiblemente pertenecieran a otro edificio, tal vez a la capilla de San Pedro. Es de gran valor estético y data de finales del siglo XIX.

Díaz Ibargüen, en su libro Llanes, crónicas del tiempo ido, en el artículo «Aclarando nombres San Pedro, San Román y la Tijerina y la Paz», dice: «Comenzaré por el nombre del Paseo de San Pedro. En este lugar no pongo ningún adjetivo por estar ya agotados todos antes de las obras que conmemora la lápida del año 1847, en la parte ancha del mismo, donde ahora existen unos bancos de madera, había una ermita dedicada al Apóstol San Pedro, y junto a ella una bolera. Desapareció aquella ruinosa ermita y también la bolera, pero el nombre perdura».

La Cueva del Taleru, en la parte oriental del paseo, tiene forma poco corriente; carece de la parte superior de la bóveda, estando formada por dos columnas laterales que sostienen una enorme viga de piedra con un vano de 15 m. Su nombre viene, probablemente, de atalayeru. En la parte posterior de la cueva hay un poco conocido bufón que en los días de marejada lanza el agua del mar por encima del paseo. (Los bufones son cuevas abiertas al mar por la fuerza erosiva del mar en las paredes de los acantilados; cuando la marea sube, el agua se introduce y sale al exterior convertido en un surtidor o chorro, haciendo un ruido especial o bufido, de donde deriva su nombre.)

El mirador del paseo trató de ser utilizado como castillete de señales por el Gremio de Mareantes en 1928. El castillete fue construido en el siglo XVII y su objeto era dar la alarma cuando el atalayeru viera acercarse al puerto algún barco sospechoso. Este tipo de construcciones son muy frecuentes por toda la costa del concejo.

Mirando hacia abajo al fondo del paseo, en un descanso, podemos ver, a la derecha, la playa de Sablón, la más céntrica de las 45 playas que tiene el concejo a lo largo de sus 35 kilómetros de litoral. El paseo de San Pedro termina en una masa rocosa, que se conoce como el Picu Guruñu. Desde el extremo oriental del citado paseo, a través de unas escaleras, se accede a la playa del Sablón, la más importante de las tres existentes en la villa de Llanes, tiene una longitud de 100 metros y forma de concha, encajada entre acantilados bajos y ubicada entre la Punta El Caballo al este y la Punta Guruñu al oeste. Es una cala poco peligrosa, que cuenta con equipo de Salvamento y Socorrismo durante la temporada veraniega.

Seguimos nuestro camino bordeando la playa del Sablón, para adentrarse en el barrio de la Moría, uno de los más emblemáticos de Llanes, viejo asentamiento de pescadores ubicado fuera de los muros de la villa.

Encaminándonos al espigón, podemos observar el lugar en que antes se encontraba el Fuerte, y en el que hoy, para recordarlo, están situados dos cañones. El Fuerte defendía el puerto con «dos cañones de a dieciocho». Desde aquí se protegía Llanes de los ataques de piratas.

Nuestros pasos se dirigen hacia el puerto, remodelado y modernizado en el año 1996, dotándolo de mejores estructuras portuarias, mediante las cuales los pescadores locales pueden faenar durante muchos días al año, evitando aquellas jornadas en las que, por culpa de la poca infraestructura portuaria, no podían salir a pescar. Al atravesar el pequeño puente sobre la compuerta, a la derecha vemos al fondo la Rula o lonja del pescado. Es un edificio construido en 1932, ejemplo del movimiento moderno en arquitectura. La lonja es administrada por la Cofradía de Pescadores; en ella se realiza la comercialización de los productos pesqueros capturados por la práctica totalidad de la flota llanisca.

Tras subir una pequeña rampa, accedemos al paseo de San Antón, estrenado oficialmente el 25 de noviembre de 1994; es eminentemente marinero, con sus farolas recordando a las gaviotas que anidan en la costa. Cuenta con una longitud de 320 metros y a lo largo de él podemos destacar el edificio de La Tijerina, donde estaba la Sociedad de Salvamento de Náufragos, fundada en 1887. Se dice que se llamaba así, o bien por una revista que se editaba en aquella época, por las vigas del tejado que tienen forma de tijera, o porque allí se reunían tertulias que criticaban a todo el mundo, según expresión popular, «cortaban trajes», de ahí lo de tijerina.

Unos metros más adelante, podemos apreciar una estatua en bronce, que representa una mujer, en homenaje a Llanes y sus gentes.

Al fondo, el Tendederu de redes, lugar en el que se secaban y reparaban las redes.

Como prolongación de este paseo, a mano derecha, nos adentramos en la zona de Puertu Chicu o Puerto Chico. Desde un bello mirador, cuyo suelo reproduce la Rosa de los Vientos, podemos observar, a cada lado del mismo, las playas de Puertu Chicu y Las Muyeres. Tras atravesar Puerto Chico y llegar a un pequeño cruce se divisa en un alto la capilla de la Guía, erigida en el s. XVII, pero con varias reformas, en una de las cuales se añadieron las dos torres almenadas de sección semicircular. Cuenta la tradición que la imagen de su Virgen la hallaron unos pescadores en el interior de una caja de madera que apareció flotando en el agua.

Desde aquí también se ve el faro; es de luz fija y se considera faro de descanso. Se halla servido por un torrero y está comprendido en el plan general de alumbrado a que se refiere el Real Decreto de 13 de setiembre de 1860. Igualmente, se divisa el puerto, al cual se entra por una franja existente entre el espigón (la barra) y una roca, que a simple vista no se aprecia, llamada La Osa. Ésta dio lugar a frases populares que demuestran que la entrada al puerto era muy peligrosa y sólo para buenos conocedores de éste, como eran los marineros de Llanes:

Villa de Llanes,

villa nombrada,

si no fuera por la Osa,

serías quemada.

(Hace referencia a algunas incursiones de piratas, que sucumbieron al chocar contra esta rocas, cuando intentaban entrar en la Villa por su puerto).

En una detenida visita a la localidad de Llanes es imprescindible acercarse al patrimonio monumental de la villa, cuyo recién rehabilitado casco antiguo ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico. La muralla citada anteriormente y el Torreón; la plaza de Parres Sobrino, sita extramuros, frente a la calle de Mercaderes y cerrada en sus tres lados por edificaciones populares de los ss. XVIII y XIX, antiguo lugar de celebración de los mercados semanales y ferias anuales que dieron renombre a la villa desde la baja Edad Media; las capillas de Santa Ana (plaza de Santa Ana), La Magdalena (plaza de La Magdalena, paralela a la calle Mayor) y San Roque (plaza de San Roque, frente a la Puerta de la Villa); la Basílica o parroquial de Santa María de Conceyu (plaza de Cristo Rey); los palacios de los Gastañaga o Casa Rivero (confluencia de la calle Mayor con la plaza de Santa Ana), de los Duques de Estrada (junto a la iglesia parroquial), la casona natal de José Posada Herrera, hoy Casa Municipal de Cultura, limitando al oeste la plaza de Santa María de Conceyu; la Casa del Cercáu, cercana a la parroquial; el Casino (c/ del Castillo); el Ayuntamiento (c/ Nemesio Sobrino, s/n), y los numerosos palacetes característicos de la arquitectura de indianos —como Parterríu, Villa Concepción o el palacio de la marquesa de Argüelles, entre otros—, presentes a lo largo de la calle principal que recorre la villa de este a oeste pero, también, en otras zonas, como la avenida de la Concepción, donde se agrupan las construcciones de indianos más monumentales del casco urbano, son sólo algunas de las manifestaciones artísticas de interés. (Ver apartados relativos a la arquitectura civil y religiosa.)

El faro de Llanes

«El faro de Llanes tiene vocación urbana» («Faro de Llanes», lámina 14, diario La Nueva España, Oviedo, 4-IX-1999), por hallarse —de ahí su singularidad— entre el caserío de la villa, concretamente en la llamada punta de San Antón, al sur de la ría de Llanes y en la margen derecha de su puerto. Su emplazamiento, en una zona acondicionada para el paseo, junto al Tendederu —así conocido por la existencia de unos colgaderos de cemento para secar y reparar las redes de las embarcaciones—, favorece el fácil acceso de miles de curiosos desde el casco urbano por caminos que arrancan de la orilla izquierda de la ría y terminan, más adelante, en la preciosa playa de Toró. «Desde el lugar se observan bellísimas estampas del puerto pesquero, de buena parte de la villa y también del paseo de San Pedro, que parece presidir las arenas de la playa del Sablón» (J. Antonio Ordóñez, La Nueva España, 3-IX-99).

Este complejo farero, uno de los más orientales del litoral asturiano, se inauguró, con general satisfacción, categoría de sexto orden y alcance de nueve millas, el 30 de septiembre de 1860; por aquel entonces fue posible la construcción de otros muchos faros en distintos puntos de Asturias. El edificio original, de planta rectangular, torre octogonal en la fachada norte y lámpara de émbolo alimentada con aceite de oliva, sufrió un incendio en 1946 que provocó su parcial arruinamiento. Ese mismo año se inició la reconstrucción, pero manteniendo la torre. Las obras supusieron un desembolso de 300.000 pesetas. Actualmente, la torre es el único elemento externo diferenciador de este edificio respecto de una tradicional vivienda urbana de dos alturas. Está cercada por una tapia de pilastras y entrepaños.

La linterna, cuyo ingreso se realiza a través de una metálica escalera de caracol, cuenta con una óptica no giratoria que contiene una lámpara de 500 vatios.

Dentro del recinto tapiado existe un radio-faro de columnas metálicas, nueve años posterior a la vigente linterna, que emite las letras «I A», equivalentes en clave morse a la letra «LL», alusiva a Llanes.

El plano focal lo tiene el faro a 20 m sobre el nivel del mar y 6,5 m sobre el terreno, alcanzando su luz blanca 38 millas con buen tiempo y nunca menos de 16 en días brumosos. Las ocultaciones de luz se dan cada 15 segundos.

El faro de Llanes, que igualmente hace de estación meteorológica, «es justo heredero de la enorme tradición marinera de la localidad en que se enclava, cuyos vecinos destacaron hace siglos por su pericia en la siempre peligrosa pesca de ballenas» (J. A. Ordóñez).

BIBLIOGRAFÍA

  • CERRA, Yolanda, COLINA, Arturo, y otros: Llanes y Ribadedeva, colección «Asturias, concejo a concejo», Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), Oviedo, 1993.
  • GARCÍA COSÍO, Xosé Firmu: «Llanes», en Diccionario Geográfico de Asturias (Ciudades, Villas y Pueblos), Editorial Prensa Asturiana, Oviedo, 2000.
  • ORDÓÑEZ, JOSÉ A.: «Puerto de Llanes», diario La Nueva España, Oviedo, 24-IX-1999.
  • VARIOS AUTORES: Guía de Asturias, Asturias´92, Oviedo, 1992.
  • GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA (GEA), varios tomos, Gijón.
  • AYUNTAMIENTO DE LLANES: Llanes, Municipio de Excelencia Turística (folleto).

Concejo de Llanes

Una capital y villa marinera de impresionante casco histórico, tradición marinera, etnografía, folclore, gastronomía, playas y montañas que miran a los picos de Europa. Cultura tradicional y de vanguardia, historias de indianos y cineastas enamorados... Y mucho más. Así es Llanes.

Los concejos (municipios) que limitan con el Concejo de Llanes son: Cabrales, Cangas de Onís, Onís, Peñamellera Alta, Peñamellera Baja, Ribadedeva y Ribadesella. Cada uno de estos concejos (municipios) comparte fronteras geográficas con Llanes, lo que implica que comparten límites territoriales y pueden tener interacciones políticas, sociales y económicas entre ellos.

Comarca del Oriente de Asturias

Es la tierra asturiana que primero ve el sol, que tiene las montañas de más altitud de la cordillera cantábrica, los Picos de Europa, Parque Nacional, Reserva de la Biosfera y lugar donde se inició la Reconquista en España, concretamente en Covadonga.

La comarca está conformada por uno o varios concejos (municipios). En este caso: Amieva, Cabrales, Cangas de Onís, Caravia, Llanes, Onís, Parres, Peñamellera Alta, Peñamellera Baja, Piloña, Ponga, Ribadedeva y Ribadesella. Los concejos representan las divisiones administrativas dentro de la comarca y son responsables de la gestión de los asuntos locales en cada municipio.

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«Asturias, una hermosa región situada en el norte de España, se distingue por su increíble belleza natural y su gran diversidad de paisajes. En toda la región, se pueden encontrar numerosos monumentos naturales que son auténticos tesoros de la naturaleza.»

Resumen

Clasificación: Etnografía

Clase: El concejo

Tipo: Varios

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Llanes

Parroquia: Llanes

Entidad: Llanes

Zona: Oriente de Asturias

Situación: Costa de Asturias

Comarca: Comarca del Oriente de Asturias

Dirección: Plaza Barqueras

Código postal: 33500

Web del municipio: Llanes

E-mail: Oficina de turismo

E-mail: Ayuntamiento de Llanes

Dirección

Dirección postal: 33500 › Plaza Barqueras • Llanes › Asturias.
Dirección digital: Pulsa aquí



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